Las Ayudas a la Investigación fueron establecidas en memoria y homenaje al investigador, naturalista y consultor Miguel Ángel Sánchez Sánchez.
Miguel Ángel nació en 1964 en Calasparra (Murcia). Aún adolescente comenzó su apasionado interés por el mundo del estudio y la defensa de la naturaleza y en la década de los 70 fundó GRINDU, grupo
naturalista con el que iniciara su actividad. En 1982 comenzó los estudios de Biología en la Universidad de Murcia, contando ya en su haber con numerosos trabajos e informes inéditos,
fundamentalmente sobre aves.
Aún sin terminar los estudios universitarios, y a pesar de su juventud, Miguel Ángel está reconocido como uno de los más prolíficos investigadores murcianos en la materia.
Como consultor en medio ambiente y gestión de Fauna Silvestre su curriculum fue incrementándose progresivamente: más de 50 informes inéditos, 43 publicaciones, 38 comunicaciones a congresos, junto
con su participación como ponente y profesor en cursos y conferencias.
Sus trabajos abarcaron desde censos y programas continuados de seguimiento hasta Planes de Conservación y Manejo, pasando por informes técnicos y artículos científicos publicados en revistas de
riguroso prestigio nacional e internacional. Sus más relevantes aportaciones se produjeron en el estudio y la gestión de especies de vertebrados superiores (Mamíferos carnívoros y ungulados, Aves
rapaces, acuáticas, marinas, esteparias y especies cinegéticas).
En su calidad de experto en gestión de fauna silvestre actuó como asesor técnico tanto de Organismos oficiales como de entidades privadas (como la Federación Murciana de Caza) y organizaciones no gubernamentales, entre las que se encontraba SEO/Birdlife, dentro de la cual fue además Anillador Experto del Centro de Migración de Aves durante 16 años.
Como colaborador de AMBIENTAL, participó decisivamente en diversos proyectos sobre biodiversidad para las Administraciones públicas, tales como los planes de gestión de ardeidas y anátidas amenazadas, los inventarios de las poblaciones de Camachuelo trompetero y Alondra Ricotí o el plan de recuperación del Águila perdicera en la Región de Murcia.
Miguel Ángel falleció en febrero de 2001.
Esta web está dedicada a la memoria de Miguel Ángel Sánchez Sánchez, uno de los más sólidos investigadores que ha tenido la Región de Murcia en el campo de los vertebrados. Aunque Miguel Ángel ya no está entre nosotros, nos ha dejado sus trabajos y publicaciones, su recuerdo.
Este sitio pretende rendirle homenaje recopilando y divulgando su labor científica, y está abierto a todos los que quieran colaborar en ese fin.
La recopilación de sus trabajos es una tarea necesaria, en la que puede participar cada uno con su granito de arena, y que puede servir como documentación recopilada por sus amigos, conocidos o investigadores para futuros homenajes que puedan realizarse sobre su obra o su persona en otros ámbitos o por otros medios.
Se aporta también distinta información sobre aquellos temas que acapararon principalmente su atención: los vertebrados.
Intervención de Carmen Martínez Abellán
En primer lugar, quisiera agradecer a Ambiental este detalle y, en segundo lugar, felicitar a los investigadores por sus trabajos.
El trabajo de Miguel Ángel lo conocéis casi todos vosotros, pero, lo que quizá ignoréis, es que no es fruto de la dedicación de unos años, sino del esfuerzo de toda su vida.
Desde los 10 años, el interés de Miguel Ángel por el reino animal fue en aumento, y a los 16 años, que yo me incorporé a su vida, ocupaba todo su tiempo libre.
Excepto las horas de estudio, su vida consistía en leer, en salidas interminables para observar, rellenar los cuadernos de campo, escalar hasta los nidos, buscar en los ríos, etc.
Yo, que no soy muy amante de la vida rural, he salido al monte, más veces de las que podáis imaginar, porque el acecho tras el trípode esperando nuestra presa, nos permitía las confesiones de enamorados, que, en la mayoría de los casos eran interrumpidas por algún águila que nos sobrevolaba o alguna cabra montés ajena a nuestros susurros.
Nuestra casa, antes que a nuestros hijos, ha albergado a pequeños poyuelos de águila, condenados por sus madres, a los que alimentábamos cada tres horas, hasta su puesta en libertad, tortugas de tierra, una garza, un búho real enorme con un ala rota, que me propinó más de un susto, dos búhos chicos que estuvieron mucho tiempo hasta su libertad, y a los que, con malicia, les hacíamos la culebra con una cuerda para ver cómo se asustaban.
Ha pasado también, alguna serpiente, muchos hurones, un gato montés y tres crías de gaviota, que acabaron con la reserva de sardinas de la pescadería.
Cada una de estas vidas que se salvaba era un logro, y cada una que se perdía era un estudio minucioso hasta encontrar el motivo del fracaso.
La actividad no acababa nunca, a las horas interminables en el campo sucedía la reflexión y el análisis de los datos en el despacho.
Nunca se cansó de esta tarea, porque nunca he conocido a nadie con una pasión tan fuerte y tan duradera, que fue el motivo de su vida y que mediatizó la mía.
Miguel Ángel era un hombre tímido, y esto le hacía parecer serio, pero, sobre todo, era muy compresivo y muy humilde. Nunca lo oí presumir de sus conocimientos o de sus logros. Miguel Ángel era un hombre corpulento, pero muy tierno. Nunca lo oí gritar a nadie.
Pero, por encima de estar virtudes, y hasta en los momentos más difíciles, me contagió su gran amor sin fisuras por la vida, sin el cuál, yo ya no sabría despertar cada mañana.
Como veis, era muy fácil de querer e imposible de olvidar, por eso, esta tarde os agradezco infinitamente este recuerdo y el afecto que le teníais.
Gracias.
Murcia, mayo de 2004.